Se dice que toda mitología contiene un fondo de verdad; en este caso demuestra ser cierto. En la parte 2ª os mostré una humilde cueva, sita precisamente en el Estrecho de Gibraltar, que contiene un panel de arte rupestre cuyas imágenes presagian con una exactitud casi escalofriante la iconografía y los jeroglíficos que cientos de años más tarde vendrían a definir la civilización del Nilo.
Visto lo cual, si he descubierto la Atlántida y he reescrito la historia mediterránea, ¿qué me queda por conseguir?
¡Bastante! No he hecho más que rascar la superficie y creo vislumbrar lo que se esconde debajo. Pero antes de proseguir a romper más moldes históricos, en esta 3ª entrega me gustaría compartir alguna imagen más de la cueva porque, aparte de solidificar mi hipótesis, constituyen una ventana privilegiada al nacimiento de una da las civilizaciones más fascinantes de todos los tiempos. Pero esta cueva no es el único rastro que los antepasados egipcios dejaron en el frente atlántico. Veremos otras evidencias, así como algún descubrimiento arqueológico reciente complementario que en última estancia pavimentan el camino hacia más sorpresas.
UN ANTIGUO RELATO ÉPICO SE NOS REVELA
Imaginaros viviendo hace miles de años y un día os tropezáis con el libro del Quijote. El español no existe, ni el alfabeto que conocemos hoy. Observaríais los garabatos de sus páginas, posiblemente con la mirada en blanco, sin poder ni imaginar la gran aventura burlesca que cuenta. Lo mismo ocurre con los extraños trazos de las paredes de Laja Alta. Datados hacia el 4000 a. C., es difícil para el no iniciado discernir la extraordinaria historia que relatan; la de gentes que habían conquistado las olas y los vientos, gentes que se preguntaban por la vida y la muerte, capaces de organizarse para ceremonias funerarias complejas, estudiar los cielos y construir templos. Pero lo más impresionante es que lo sabemos porque construyeron una máquina del tiempo, un código de comunicación capaz de transmitir información a través de un túnel de 6.000 años de largo; un código que devendría uno de los archivos históricos más cautivadores de la historia humana, los jeroglíficos egipcios; y precursor precisamente del mismo alfabeto que un día nos daría la obra de calibre universal "Don Quijote de la Mancha". Tal es la importancia vital de este discreto abrigo gaditano.
Ahora, vamos a ver si esta iconografía es una coincidencia cósmica o un patrón sólido de evidencia.
LA IMAGEN Nº 1 – EL BARQUERO CELESTIAL
Tómense un momento para analizar esta imagen. ¿Mirada en blanco? Está bien, permitidme que haga mi magia para revelaros el profundo y extraordinario significado que tiene. Aparenta ser una figura humana esquemática (apenas un palo a la derecha) que extiende un brazo desproporcionadamente largo con tres dedo grandes al final. Hasta aquí, la mayoría de los académicos están de acuerdo. En cuanto a qué es los que cruza el brazo, de eso no hay unanimidad. Lo que sí parece claro es que el artista quería atraer nuestra atención justamente a este elemento, así como a su relación con el brazo. Ahora bien, si como yo, lo miráis desde una perspectiva egipcia, su mensaje de repente se entrevé vagamente. |
Volviendo a la imagen nº 1, vemos que la figura humana no es «realista» ni sujeta el artículo con la mano. Más bien la composición parece haber evolucionado hacia una construcción esquemática con el enfoque en el brazo, superpuesto a propósito sobre el artículo. Pero esta evolución no se ha completado aún. Veamos el producto terminado.
*Las antiguas civilizaciones muestran tal variedad de características, o falta de las mismas, que nadie sabe realmente cómo definir civilización. Algunas no tenían escritura.
A Sumer se le suele acreditar el liderazgo al haber «evidencia» de proto-cuneiformes anteriores a la «evidencia» disponible de proto-jeroglíficos, como es el caso de las tablillas de Kish vistas a la izquierda. Halladas en Kish (en la actual Irak) y datadas en torno al 3500 a. C., son las precursoras más antiguas conocidas de la escritura cuneiforme. Entre tanto, los proto-jeroglíficos más antiguos encontrados hasta la fecha, en Abidos, Egipto, son del 3,250 a. C. La imagen nº 1 desbarata todo esto. |
Volviendo a la imagen nº 1, ¿qué puede significar? Al estar aparentemente en fase de transición, es posible que su significado aún tenga relación con la imagen, y si nos mantenemos fiel al tema náutico funerario de la cueva, creo razonable identificar el artículo misterioso con un remo o timón. Por consiguiente, la figura humana sería un marinero o barquero. Pero, su construcción evolucionada nos dice que hay algo más, sino la imagen de un hombre sujetando un remo hubiese sido suficiente. Resumiendo, creo que sé de qué se trata:
En la tradición funeraria egipcia hay una figura importante que casa con esta iconografía náutica: el Barquero Celestial. Era el encargado de pilotar la barca de papiro que transporta al difunto de modo seguro al más allá. En textos funerarios posteriores, el viaje se complica con la necesidad de pronunciar una serie de encantamientos para conseguir peaje seguro. En esta cueva más antigua, pienso que su presencia sea sencillamente simbólica de un deseo de buen viaje para el difunto objeto de la procesión de barcos.
MÁS JEROGLÍFICOS Y DESCUBRIMIENTOS ENIGMÁTICOS
No teman, no voy a interpretar cada trazo, círculo y punto de la cueva. Dejaré eso para el libro. En lo que resta de esta entrada, analizaremos tres imágenes más, la nº5, 6 y 7, porque creo que son una muestra excelente de la enorme cantidad de información que puede guardar un simple trazo, círculo y punto. Localizados en la parte superior derecha de la cueva, parecen conformar un grupo, pero no lo son, al menos no inicialmente. Verán, la tecnología es una cosa maravillosa. El equipo del Dr. García Alonso, cuando dató el panel, también realizó un análisis espectro-radiométrico de 34 de los motivos pictóricos con objeto de obtener la firma espectral de cada uno. Traducción: La luz se refleja de modo diferente según la composición del pigmento y su aglutinante, dando lugar a una firma espectral característica.
IMAGEN Nº 5 - ¿EL DIOS ATUM?
Confieso que esta es algo incierta. El sol está emparejado con los barcos nº22, 23 y 30. Curiosamente, de todos los barcos, estos tres son las representaciones más fidedignas de barcas sagradas. El nº 22 es una copia exacta de un barco de papiro (se ven claramente las ataduras); el nº 23 representa una barca sagrada paseada en una procesión, y el nº 30 fue enmarcado —aunque en momento diferente— con el proto-jeroglífico de un templo, convirtiéndola en la barca sagrada por excelencia. Es decir, pareciese que el artista quisiese dejar constancia de cada ejemplo iconográfico de barca sagrada que había.
Por otra parte, debo señalar que a Atum nunca se le representó con la forma de un sol, sino más bien en forma humana con las características de un rey (más como Poseidón lo era de la Atlántida). ¿Significa esto que el sol devino una figura antropomórfica después de mil años? ¿O es la imagen del sol otra cosa completamente diferente? En este caso, no tengo la respuesta aún.
Pasemos a la imagen siguiente. Es más definitiva y, sobre todo, trascendental para nuestra causa.
IMAGEN Nº 6 – LA CASA DE DIOS
Ésta me encanta. No sólo porque se trata de otro proto-jeroglífico de valor incalculable, sino porque debería erradicar cualquier duda de que lo que vemos en esta cueva son efectivamente precursores de futuros jeroglíficos.
La imagen nº 6 se trata en realidad de dos. Por una parte tenemos un refugio de caña que vino a representar el sonido h, pero también hacía las veces de logograma para vivienda. Luego, ¿recuerdan la imagen nº 29? Era un cuadrado con una bandera en una esquina. Vimos que la bandera era simbólica de «dios» o «lo divino», así adherida al cuadrado, recinto, juntos significaban «templo». Ocurre lo mismo con la imagen nº 6. La bandera adherida a la vivienda, componen juntas el jeroglífico para «Casa de Dios». |
Además, la imagen nº 6 pertenece a un grupo espectral fascinante demasiado extenso de explicar aquí. Sepan, por ejemplo, que en él tenemos la imagen nº 24, la bandera divina (aunque ésta en particular muestra una característica interesantísima), que junto con la que se encuentra en el barco nº 15, suman 4 banderas divinas en ésta cueva. |
IMAGEN Nº 7 – FLECHAS MISTERIOSAS POR TODAS PARTES
Para ir terminando, recordemos lo que intento hacer aquí. Intento demostrar que la Atlántida existió, que estaba ubicada en la costa Atlántica de la península ibérica, y que sus gentes pudieron ser los antepasados del antiguo Egipto. Con esto en mente, echen un vistazo a lo que Platón nos dice sobre la expansión geográfica de la «mítica» Atlántida:
“Ahora bien, en esta isla de Atlántida había un gran y maravilloso imperio que dominaba sobre toda la isla y varias otras, y sobre partes del continente, y, más aún, los hombres de la Atlántida habían sometido a partes de Libia dentro de las columnas de Heracles hasta Egipto, y de Europa hasta la Tirrenia.” –Critias en el Timeo
Si recuerdan, en la parte 1ª explico que el vocablo «isla» (nesos) en griego podía describir cualquier tierra seca rodeada por completo o en parte de agua. Por ejemplo, Peloponesos, Isla de Pelops, es una península griega. Asi, la referencia a «toda la isla» en este caso podría referirse a la península ibérica. Piensen en ello, el pasaje tendría más sentido si dijera: “… esta isla de Atlántida… que dominaba sobre toda la península… y sobre partes del continente (resto de Europa)…”.
Tengan en cuenta que esta confusión con la palabra «isla» parecía ser habitual en esos días. En egipcio, «isla» podía incluso significar tierra extranjera, y lo mismo ocurre en hebreo. En la Biblia, el vocablo «islas» se traduce tal cual, así como costas o naciones dependiendo del pasaje. En cuanto a Libia, en esos tiempos definía el norte de África desde Egipto hasta el Atlántico, y Tirrenia era Italia.
Resumiendo, lo que Platón nos dice es que la Atlántida dominaba gran parte del continente europeo, y sus tentáculos se adentraban en el Mediterráneo (dentro de las columnas de Heracles – Estrecho de Gibraltar) hasta Egipto por el sur y hasta Italia por el norte. Esta información es extremadamente importante y relevante para nuestra causa porque efectivamente en los registros arqueológicos hay una misteriosa civilización atlántica que se ajusta a esta descripción geográfica exactamente. Y, curiosamente, el vínculo entre ella y la Atlántida nos viene de la mano de nuestra inocente flecha, la imagen nº 7. Os va a asombrar la cantidad de información que puede contener una simple flecha…
Si nos alejamos un poco, vemos que hay de hecho un total de cinco, aunque en arqueología el término descriptivo utilizado es «ancoriforme» porque la punta suele ser más bien curvada. En el arte esquemático estas anclas se consideran antropomorfas, queriendo decir que son representaciones simplificadas del cuerpo humano reducidas al torso y los brazos (hay evidencia de su evolución y se suelen encontrar cerca de figuras equivalentes de cuerpo entero). Las anclas empiezan a aparecer por toda la península ibérica y el frente atlántico europeo hacia el quinto milenio. |
Inicialmente, la primera ola de megalitos (las burbujas rosas del mapa) está datada hacia mediados del quinto milenio a. C. Lo extraño es que aparecen simultáneamente, aunque de modo aislado entre sí, a lo largo del frente atlántico europeo principalmente en Francia, España y Portugal, con algún caso suelto en el Mediterráneo hasta Egipto por el sur e Italia por el norte… ¿os suena? Luego, durante el cuarto milenio a. C., las áreas costeras entre las agrupaciones aisladas se rellenaron (burbujas verdes), dando lugar a una civilización ininterrumpida que abarca todo el frente atlántico desde Marruecos a Suecia, para luego expandirse por el resto del Mediterráneo. |
El caso es que había una civilización atlántica, con una organización social capaz de construir monumentos masivos de piedra y con los conocimientos para diseñar calendarios sofisticados, escribir y expresarse artísticamente, mientras mantenía una red comercial rica y extensa por tierra, pero sobre todo por mar. Una «gran y maravillosa civilización» como lo puso Platón con un núcleo importante exactamente donde lo puso Platón. Y estas gentes del atlántico dejaron su huella en el Mediterráneo tan lejos como Egipto por el sur, Italia por el norte… y más allá. |
*Actualización - 3 de mayo de 2019: Según un estudio publicado el 12 de junio de 2018 en Proceedings of the National Academy of Science (PNAS), (resumen traducido aquí), estudios genéticos indican que bien se produjo una sustitución de población o una incursión importante desde la península ibérica hacia el Norte de África entre el 5000 y 3000 a. C.
La imagen de la derecha es de un dolmen hallado tan recientemente como en el 2015 en la otra punta del Mediterráneo, en los Altos del Golán, Israel. Hay cientos de dólmenes en el próximo oriente, la mayoría de en torno del 2000 a. C. pero habitualmente adjudicados a la tradición oriental. Éste es el único que contiene arte, y ese arte coincide en ser un montón de anclas grabadas en la tapa de piedra. Pues, os podéis creer que por mucho que he buscado no he encontrado mención alguna de su parecido con el arte esquemático atlántico. Pero hay más.
En esta misma región hay otra tumba igualmente extraordinaria por su singularidad. Rujm el-Hiri es un monumento megalítico del tercer milenio a. C. consistente en un túmulo central rodeado de varios anillos concéntricos. Elementos del diseño parecen alienarse con acontecimientos astronómicos, y los entusiastas de la Atlántida quieren ver en él trazos de la isla perdida de Platón. Pues es posible que tengan razón, ¿porque adivinen dónde hay otro igual, aunque más antiguo, grande y complejo, hallado incluso más recientemente? En la Atlántida, claro. |
En el pueblo de Carmona, Sevilla, hay de hecho dos estructuras de círculos concéntricos. Desafortunadamente, ambas están muy dañadas. La que se ve aquí a la derecha, conocida como los Anillos de Alcores, la descubrió recientemente Manuel Ruiz Pineda. Con ocho círculos concéntricos, lo más destacado es la elipse de 312 metros de diámetro que la rodea, denotando su alineación sofisticada con acontecimientos astronómicos. Su ubicación en Carmona no es baladí. Este pueblo milenario, tiene unos de los yacimientos arqueológicos tartesios más ricos, y se encontraba a orillas del que fue antaño el Lacus Lingustinos donde algunos sospechan que está enterrada la Atlántida. Coincide además que la descripción que hace Platón de las esferas celestiales en el Timeo, tras introducir la Atlántida, es la de un universo compuesto por ocho anillos concéntricos con la Tierra en el centro. Los atlantes parecían estar obcecados con los anillos concéntricos. |