En la parte 1ª conseguimos nuestro primer objetivo: encontrar la Atlántida. Según Platón, el relato proviene de Egipto donde su antecesor Solón lo escuchó de sacerdotes. Al tomar nota, Solón tradujo los nombres del egipcio al griego en base al «significado» de los mismos. Así, sabiendo que Atlantis nesos significa “isla de Atlas”, lo revertimos al equivalente egipcio con la esperanza de encontrar un topónimo alternativo más reconocible en los textos antiguos.
Tuvimos éxito, pero éste no vino sin presentarnos primero un desafío descorazonador: En tanto que es cierto que el dios Atlas tiene en efecto un homólogo egipcio, el dios Shu, que además da nombre a cierto lugar, se hizo patente que el relato de la Atlántida no era más que la versión griega de unos de los relatos de la Creación más importantes del antiguo Egipto. En definitiva, para los egipcios la Atlántida era la tierra mítica de sus antepasados divinos.
Pese, a ello no perdimos la esperanza. No sería la primera vez que un lugar «real» fuese revestido con alusiones míticas. Continuamos con la traducción y encontramos que “isla de Atlas” equivalía en egipcio a algo así como “Tierra divina del dios Shu de las aguas del oeste”, pronunciado Ta.Shu.sh. También descubrimos que la traducción produjo un efecto dominó: el Ta.Shu.sh egipcio equivalía a su vez al Tarshish fenicio, que a su vez parece estar relacionado con el Tartessos griego. En otras palabras, «Ta.Shu.sh» resultó ser el eslabón perdido que vinculaba a más de un topónimos «reconocible» con la Atlántida, ubicándolos además a todos en la costa atlántica del sudoeste de España.
Aun así el enigma no queda resuelto del todo. ¿Se nombró a una isla española en honor de una tierra mítica egipcia por coincidir en rasgos y ubicación? o ¿fue realmente la costa atlántica de la península ibérica la tierra de los antepasados egipcios recordada a través de la mitología?
Mi objetivo en esta segunda parte es demostraros que a los antiguos egipcios no les falló la mitología.
LA ATLÁNTIDA CON OTRO NOMBRE…
Tuvimos éxito, pero éste no vino sin presentarnos primero un desafío descorazonador: En tanto que es cierto que el dios Atlas tiene en efecto un homólogo egipcio, el dios Shu, que además da nombre a cierto lugar, se hizo patente que el relato de la Atlántida no era más que la versión griega de unos de los relatos de la Creación más importantes del antiguo Egipto. En definitiva, para los egipcios la Atlántida era la tierra mítica de sus antepasados divinos.
Pese, a ello no perdimos la esperanza. No sería la primera vez que un lugar «real» fuese revestido con alusiones míticas. Continuamos con la traducción y encontramos que “isla de Atlas” equivalía en egipcio a algo así como “Tierra divina del dios Shu de las aguas del oeste”, pronunciado Ta.Shu.sh. También descubrimos que la traducción produjo un efecto dominó: el Ta.Shu.sh egipcio equivalía a su vez al Tarshish fenicio, que a su vez parece estar relacionado con el Tartessos griego. En otras palabras, «Ta.Shu.sh» resultó ser el eslabón perdido que vinculaba a más de un topónimos «reconocible» con la Atlántida, ubicándolos además a todos en la costa atlántica del sudoeste de España.
Aun así el enigma no queda resuelto del todo. ¿Se nombró a una isla española en honor de una tierra mítica egipcia por coincidir en rasgos y ubicación? o ¿fue realmente la costa atlántica de la península ibérica la tierra de los antepasados egipcios recordada a través de la mitología?
Mi objetivo en esta segunda parte es demostraros que a los antiguos egipcios no les falló la mitología.
LA ATLÁNTIDA CON OTRO NOMBRE…
Hoy, en arqueología, el núcleo de la región que nos interesa comprende un área formada por Huelva, Sevilla y Cádiz en la costa atlántica del sudoeste de España, y conocida por la variante griega, Tartessos. Aunque su área de influencia es mayor, alcanzando los ricos yacimientos del sur de Portugal, el valle del Guadiana y la costa mediterránea. |
Consolidar el Tartessos arqueológico con el Tartessos mítico (La Atlántida) va a ser complicado pese a que Tartessos siempre ha sido la principal candidata para albergar la isla perdida. La región lleva bajo escrutinio científico serio tan solo unas décadas, y lo que se ha hallado hasta el momento se limita al período de la presencia fenicia en el área (siglos VIII-V a. C.). Dejando a un lado lo confuso que es tildar un período fenicio con un apelativo griego, lo que realmente es una lástima es lo que choca la imagen arqueológica (la de nativos cuasi-primitivos explotados por los fenicios) con la imagen más grandiosa que les dan los textos históricos. Verán, para los griegos Tartessos era una tierra legendaria llena de maravillas, para los romanos era cuna milenaria de sabios letrados; mientras que en el Viejo Testamento se la referencia repetidamente como un santuario político y religioso, refugio esperanzador de los perseguidos o conquistados sin hogar.
Me temo que los arqueólogos, al acaparar la mítica Tartessos para su período fenicio, están limitando su mayor potencial, sobre todo cuando algunos de estos arqueólogos no quiere saber nada de su lado mítico. Mejor sería que llamasen a lo suyo el “Período Fenicio” y dejasen espacio a que la legendaria Tartessos sea descubierta. Pues lo va a necesitar. Cada día emerge un descubrimiento nuevo que desmonta lo que se sabía el día anterior, y si lo que les voy a mostrar a continuación es acertado, la historia está a punto de cambiar radicalmente.
Sea como fuere, no os tengo esperando más. Tal como os prometí en la parte 1ª, os presento…
EL LETRERO «BIENVENIDOS A LA ATLÁNTIDA»
Se trata de un panel de arte rupestre pintado cientos de años antes de nacer el Egipto antiguo, pero repleto de iconografía y jeroglíficos «egipcios», que por tanto certificaría la región como su tierra ancestral: la Atlántida.
Me temo que los arqueólogos, al acaparar la mítica Tartessos para su período fenicio, están limitando su mayor potencial, sobre todo cuando algunos de estos arqueólogos no quiere saber nada de su lado mítico. Mejor sería que llamasen a lo suyo el “Período Fenicio” y dejasen espacio a que la legendaria Tartessos sea descubierta. Pues lo va a necesitar. Cada día emerge un descubrimiento nuevo que desmonta lo que se sabía el día anterior, y si lo que les voy a mostrar a continuación es acertado, la historia está a punto de cambiar radicalmente.
Sea como fuere, no os tengo esperando más. Tal como os prometí en la parte 1ª, os presento…
EL LETRERO «BIENVENIDOS A LA ATLÁNTIDA»
Se trata de un panel de arte rupestre pintado cientos de años antes de nacer el Egipto antiguo, pero repleto de iconografía y jeroglíficos «egipcios», que por tanto certificaría la región como su tierra ancestral: la Atlántida.
Sé que así a primera vista quizá no impresione demasiado, pero os ruego fe. El panel real está muy deteriorado, con lo cual trabajaré con ésta reproducción por conveniencia. No obstante, tendréis oportunidad de apreciar las imágenes reales según os las describa, y una vez que haya terminado, os prometo que quedaréis boquiabiertos.
INFORMACIÓN SOBRE EL PANEL
INFORMACIÓN SOBRE EL PANEL
Se encuentra en la Cueva de la Laja Alta, en la provincia de Cádiz (Gadeira), España, cerca del Estrecho de Gibraltar (Columnas de Heracles o Hércules), en un sendero natural que comunica la costa mediterránea con la atlántica. Si recordáis, Platón menciona esta región precisamente cuando describe la parcela que recibe el gemelo de Atlas, Gadeiro, como: “…la parte extrema de la isla (Atlántida) hacia las columnas de Heracles, frente al territorio ahora llamado la región de Gadeira en esa parte del mundo,” |
Con lo cual, la cueva estaría «técnicamente» localizada en el lugar donde antaño se ubicaba la columna europea de Shu (de Heracles o Hércules). Aparte de la crucial relevancia de su emplazamiento para nuestra búsqueda, lo que es importante que recordéis es que el arte rupestre de esta cueva ha sido datado hacia el 4000 a. C. Pongamos esto en perspectiva:
¿Ven por dónde voy? Este panel de arte rupestre está localizado a más de 3.500 km al otro lado del Mediterráneo exactamente donde la mitología egipcia ubica su tierra ancestral, la Atlántida, y contiene precisamente iconografía «egipcia» que es cientos de años, cuando no miles*, anteriores al nacimiento de Egipto.
*La mayor parte de las imágenes son rojas, aunque algunas son negras. Sólo las negras tenían restos orgánicos suficientes para la datación de carbono, y como se encuentran sobre las rojas, se estima por consiguiente que las rojas son más antiguas. Cuánto es difícil saber. El proyecto fue encabezado por el Dr. Eduardo García Alonso entre 2013-2014, mientras que su informe, vinculado aquí, se publicó tan recientemente como a finales del 2018. Así, en alguna parte un@ académic@ está ahora haciendo las mismas conexiones que yo, porque hasta esta asombrosa datación, el arte de esta cueva se adjudicaba al “período fenicio” (tres mil años más tarde). Como dije antes, cada día se hacen nuevos descubrimientos que desmontan lo que se sabía hasta el día anterior.
A nosotros lo que nos importa —de momento— en nuestra búsqueda de la Atlántida, es lo que quieren decir la diferentes imágenes, y lo que su interpretación implica en cuento a su datación relativa con Egipto. Empezaremos con la pieza central:
LOS BARCOS
- Cuando se habla del antiguo Egipto, se habla del reino unificado (unión del Alto y Bajo Egipto) que nació con el rey Narmer (1ª dinastía) hacia el 3100 a. C. El arte rupestre de Laja Alta es anterior al Egipto dinástico en casi mil años.
- Asimismo, los jeroglíficos más antiguos hallados hasta la fecha (en una tumba de Abidos, Egipto), han sido datados hacia el 3.250 a. C. Por tanto, digamos que identifico jeroglíficos en nuestro panel… éstos serían al menos 700 años más antiguos.
¿Ven por dónde voy? Este panel de arte rupestre está localizado a más de 3.500 km al otro lado del Mediterráneo exactamente donde la mitología egipcia ubica su tierra ancestral, la Atlántida, y contiene precisamente iconografía «egipcia» que es cientos de años, cuando no miles*, anteriores al nacimiento de Egipto.
*La mayor parte de las imágenes son rojas, aunque algunas son negras. Sólo las negras tenían restos orgánicos suficientes para la datación de carbono, y como se encuentran sobre las rojas, se estima por consiguiente que las rojas son más antiguas. Cuánto es difícil saber. El proyecto fue encabezado por el Dr. Eduardo García Alonso entre 2013-2014, mientras que su informe, vinculado aquí, se publicó tan recientemente como a finales del 2018. Así, en alguna parte un@ académic@ está ahora haciendo las mismas conexiones que yo, porque hasta esta asombrosa datación, el arte de esta cueva se adjudicaba al “período fenicio” (tres mil años más tarde). Como dije antes, cada día se hacen nuevos descubrimientos que desmontan lo que se sabía hasta el día anterior.
A nosotros lo que nos importa —de momento— en nuestra búsqueda de la Atlántida, es lo que quieren decir la diferentes imágenes, y lo que su interpretación implica en cuento a su datación relativa con Egipto. Empezaremos con la pieza central:
LOS BARCOS
Hay 8 barcos, quizá 9 (nº23 parece dos). Concentrados en la parte más prominente de la cueva, su variedad es formidable para su tiempo, principalmente porque la nueva datación convierte a los 6 con velas, las imágenes más antiguas de veleros del mundo.
Los humanos hemos estado navegando las aguas del planeta decenas de miles de años usando canoas, balsas o lo que flotase. Vamos, que hasta las hormigas saben emplear una hoja para cruzar un río. Con lo cual, conquistar cuerpos de agua, ya sean grandes o pequeños, no es la hazaña. Construir velas y sus componentes estructurales asociados, entender los vientos y encontrar evidencia de ello en el lugar menos esperado es la hazaña. Hasta ahora, la invención de la vela se atribuía a las civilizaciones del levante hacia finales del 4º milenio a. C. Algunos piensan que fueron los sumerios y otros los egipcios. Pero este humilde panel español prueba que la vela estaba bien en uso mucho antes, cientos de años antes, al otro lado del mar, en el lejano poniente. Y no son las únicas imágenes. La península ibérica está salpicada de pinturas rupestres o petroglifos de veleros. De hecho, hay una escena en particular en otra cueva, datada incluso antes que la de Laja Alta, que yo creo contiene barcos veleros. (Lo compartiré con vosotros en otro momento y os aseguro que tiene el potencial de romper todos los modelos históricos sobre la navegación).
Centrémonos por ahora en dos elementos importantes relacionados con los barcos de Laja Alta: uno es la popa alta y curvada, común a todos ellos, y el otro es el marco cuadrado nº29 que es exclusivo del barco nº30.
Insisto, la variedad de estilos de estos barcos es chocante para su tiempo: algunos tienen velas, otros tienen remos, y los hay con ambos. Pero lo que tienen todos en común es la popa elevada y curvada. Ese detalle nos insinúa un par de cosas: Una, que los barcos pertenecen a una población determinada, frente por ejemplo a que la escena represente un puerto internacional. Luego, como todas las popas están posicionadas a la derecha (salvo quizá la que pertenece al barco nº28), parecería que se dirigiesen en la misma dirección a modo de una procesión. Pues ambos detalles identifican el panel con una cultura concreta por medio de la asociación… ya que efectivamente hay otro lugar con imágenes de barcos de ese mismo estilo… representados igualmente en una procesión… donde además los cuadrados tienen un alto significado simbólico: Egipto.
El estilo de vida en Egipto, cuando menos su supervivencia, revolvía en torno al rio Nilo. Por ello, en sus orillas, ya a finales del 4º milenio, empiezan a aparecer una variedad de embarcaciones en petroglifos, pinturas y cerámicas, que aparentan ser de carácter funerario o religioso. Y, curiosamente, la pintura funeraria más antigua hallada hasta la fecha (c. 3200 a. C. – predinástica) es precisamente una procesión funeraria de barcos:
Los humanos hemos estado navegando las aguas del planeta decenas de miles de años usando canoas, balsas o lo que flotase. Vamos, que hasta las hormigas saben emplear una hoja para cruzar un río. Con lo cual, conquistar cuerpos de agua, ya sean grandes o pequeños, no es la hazaña. Construir velas y sus componentes estructurales asociados, entender los vientos y encontrar evidencia de ello en el lugar menos esperado es la hazaña. Hasta ahora, la invención de la vela se atribuía a las civilizaciones del levante hacia finales del 4º milenio a. C. Algunos piensan que fueron los sumerios y otros los egipcios. Pero este humilde panel español prueba que la vela estaba bien en uso mucho antes, cientos de años antes, al otro lado del mar, en el lejano poniente. Y no son las únicas imágenes. La península ibérica está salpicada de pinturas rupestres o petroglifos de veleros. De hecho, hay una escena en particular en otra cueva, datada incluso antes que la de Laja Alta, que yo creo contiene barcos veleros. (Lo compartiré con vosotros en otro momento y os aseguro que tiene el potencial de romper todos los modelos históricos sobre la navegación).
Centrémonos por ahora en dos elementos importantes relacionados con los barcos de Laja Alta: uno es la popa alta y curvada, común a todos ellos, y el otro es el marco cuadrado nº29 que es exclusivo del barco nº30.
Insisto, la variedad de estilos de estos barcos es chocante para su tiempo: algunos tienen velas, otros tienen remos, y los hay con ambos. Pero lo que tienen todos en común es la popa elevada y curvada. Ese detalle nos insinúa un par de cosas: Una, que los barcos pertenecen a una población determinada, frente por ejemplo a que la escena represente un puerto internacional. Luego, como todas las popas están posicionadas a la derecha (salvo quizá la que pertenece al barco nº28), parecería que se dirigiesen en la misma dirección a modo de una procesión. Pues ambos detalles identifican el panel con una cultura concreta por medio de la asociación… ya que efectivamente hay otro lugar con imágenes de barcos de ese mismo estilo… representados igualmente en una procesión… donde además los cuadrados tienen un alto significado simbólico: Egipto.
El estilo de vida en Egipto, cuando menos su supervivencia, revolvía en torno al rio Nilo. Por ello, en sus orillas, ya a finales del 4º milenio, empiezan a aparecer una variedad de embarcaciones en petroglifos, pinturas y cerámicas, que aparentan ser de carácter funerario o religioso. Y, curiosamente, la pintura funeraria más antigua hallada hasta la fecha (c. 3200 a. C. – predinástica) es precisamente una procesión funeraria de barcos:
Notaréis que una de las embarcaciones destaca por su color y forma: el barco negro de popa elevada y curvada. Se interpreta como el barco sagrado del difunto. A falta de otros medios de transporte en esos tiempos (aún no habían carros), y la dependencia del Nilo, contribuyó a que el barco adquiriese connotaciones sagradas. Los egipcios creían que sus dioses cruzaban los cielos en barco, así como que sus líderes requerían de uno para unirse a ellos en el «Más Allá». Por eso, se guardaban réplicas de barcas sagradas en los templos o se construían de tamaño real para acompañar al difunto en su tumba.
Para el transporte fluvial diario o la pesca, los barcos se construyeron inicialmente con tallos de papiro entrelazados y rematados en alto a los finales; la popa algo más elevada. Pese a la fragilidad* del casco, hay evidencia del uso de velas tan pronto como finales de la era predinástica, y son éstos barcos de junco con vela los que se ven en la cueva española. Si miráis con atención la imagen nº22, notareis que la embarcación tiene líneas verticales en el casco que evocan las ataduras de las cañas.
*Pese a su aparente fragilidad, se han construido modelos capaces de cruzar el Atlántico.
Para el transporte fluvial diario o la pesca, los barcos se construyeron inicialmente con tallos de papiro entrelazados y rematados en alto a los finales; la popa algo más elevada. Pese a la fragilidad* del casco, hay evidencia del uso de velas tan pronto como finales de la era predinástica, y son éstos barcos de junco con vela los que se ven en la cueva española. Si miráis con atención la imagen nº22, notareis que la embarcación tiene líneas verticales en el casco que evocan las ataduras de las cañas.
*Pese a su aparente fragilidad, se han construido modelos capaces de cruzar el Atlántico.
Visto lo visto, surge la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible hallar barcos egipcios, llevando a cabo una ceremonia egipcia, en una cueva al otro lado del Mediterráneo, pero cientos de años antes de que existiera siquiera Egipto? Aunque ya puestos, ¿cómo puedo estar tan segura de que se trata precisamente de barcos egipcios? Después de todo, los sumerios también construyeron barcos de junco, y es posible que incluso antes que los egipcios (parece haber alguna evidencia de que navegaban el mar Arábico antes de que los egipcios se aventuraran al mar Rojo o al Mediterráneo).
La imagen nº 30, el misterioso cuadrado con lo que parece una bandera en la esquina, zanja el tema. Los investigadores no están seguros qué representa, aunque sugieren razonablemente un puerto o recinto de pesca. Yo difiero. Pienso que se trata de un templo. Es más, me atrevería a ir tan lejos como aseverar que se trata nada menos que del proto-jeroglífico egipcio de templo. |
Soy consciente de lo atrevido de la tesis, pues adelantaría la aparición de la escritura unos 700 años, y ubicaría el fabuloso acontecimiento histórico al lado opuesto del Mediterráneo. Pero, les ruego me permitan sustanciarlo:
En la siguiente ilustración os muestro el jeroglífico de la diosa Hathor, que en realidad es la combinación de dos.
En la siguiente ilustración os muestro el jeroglífico de la diosa Hathor, que en realidad es la combinación de dos.
Uno es el cuadrado. Representa un recinto o edificio, en este caso un templo, que funciona como logograma de las consonantes ht. Los egipcios no escribían las vocales, con lo cual cada uno lo pronuncia como quiere: hat, hut, hwt. El segundo jeroglífico es un halcón, el dios Horus (hr). Así, ht (templo) + hr (Horus) deletrean hthr, que con vocales viene a ser Hathor. |
Noten como los jeroglíficos no se han posicionado uno al lado del otro, sino que el de Horus se ha introducido dentro del de templo, del mismo modo que las imágenes de dioses en la vida real se guardaban dentro del templo. Como Hathor es una diosa, se adoptó dicha composición simbólica para su nombre.
Con este simbolismo en mente, y volviendo a las imágenes nº 29 y 30, lo que yo veo es un barco sagrado dentro de un templo. Es más, el hecho de que el cuadrado de Laja Alta muestre una bandera en la esquina lo confirma. Verán, en Egipto a la entrada de los templos se alzaban banderas (netjer), que simbolizaban a los dioses o lo divino. Por ello, era común referirse a un templo como hut-netjer, es decir, “edificio sagrado” o “palacio de dios”. Pues bien, para representar la «casa de dios» con jeroglíficos, se usaba el del templo (ht – hut) junto a una bandera (ntr-netjer), que es justo lo que vemos en la cueva española.
Con este simbolismo en mente, y volviendo a las imágenes nº 29 y 30, lo que yo veo es un barco sagrado dentro de un templo. Es más, el hecho de que el cuadrado de Laja Alta muestre una bandera en la esquina lo confirma. Verán, en Egipto a la entrada de los templos se alzaban banderas (netjer), que simbolizaban a los dioses o lo divino. Por ello, era común referirse a un templo como hut-netjer, es decir, “edificio sagrado” o “palacio de dios”. Pues bien, para representar la «casa de dios» con jeroglíficos, se usaba el del templo (ht – hut) junto a una bandera (ntr-netjer), que es justo lo que vemos en la cueva española.
Luego, en cuanto al barco, éste está posicionado dentro del templo porque se trata de una barca sagrada. Ya vimos que la barca sagrada era el medio de transporte de los dioses, y que réplicas se guardaban dentro del templo en su recinto más sacro junto a la capilla del dios (como se ve en la imagen del Templo de Edfu). Estas mismas réplicas eran las que se usaban para pasear las imágenes de los dioses en las procesiones anuales.
En definitiva, la cueva española contiene la imagen de un templo, con bandera y barca sagrada, que devendría cientos de años después nada menos que a convertirse en un jeroglífico egipcio. Esto ya de por sí, no tiene precio.
Es difícil saber si en el caso de nuestra cueva la imagen es sólo proto-jeroglífica o de hecho representa un templo real que se hallase en la vecindad. Lo que sí puedo deciros es que coincide que el término fenicio “Gadir”, que dio nombre a Cádiz, quiere decir precisamente “recinto” en general o “edificio amurallado”. Y se les adjudica asimismo a los fenicios la construcción del famoso templo de Melkart (o Hércules) en las antiguas islas de Gadeira. Me pregunto si el templo ya estaría ahí cuando llegaron, y de ahí el nombre que le dieron a la isla…
En definitiva, la cueva española contiene la imagen de un templo, con bandera y barca sagrada, que devendría cientos de años después nada menos que a convertirse en un jeroglífico egipcio. Esto ya de por sí, no tiene precio.
Es difícil saber si en el caso de nuestra cueva la imagen es sólo proto-jeroglífica o de hecho representa un templo real que se hallase en la vecindad. Lo que sí puedo deciros es que coincide que el término fenicio “Gadir”, que dio nombre a Cádiz, quiere decir precisamente “recinto” en general o “edificio amurallado”. Y se les adjudica asimismo a los fenicios la construcción del famoso templo de Melkart (o Hércules) en las antiguas islas de Gadeira. Me pregunto si el templo ya estaría ahí cuando llegaron, y de ahí el nombre que le dieron a la isla…
Pero hay más: De entre los barcos de la cueva, destaca uno que es diferente, el nº 23. Parece un barco encima de otro barco, y además es el único con barquero. Pues resulta que, luego en Egipto, las mismas barcas sagradas eran paseadas en procesión, no sólo en tierra, sino también por el rio. El honor de hacerlo le solía corresponder a un soldado destacado. ¿Me pregunto por tanto si es esto lo que representa la imagen nº 23? Al igual que se ve en el relieve del Templo de Edfu, la imagen nº23 sería una balsa paseando la barca sagrada, con barquero incluido, e incluso bandera sagrada, la imagen nº 24. Si miran con atención el relieve, a la izquierda de la barca sagrada, delante del barquero, hay una bandera. |
Son demasiadas las coincidencias. Nuestro panel de Laja Alta presagia claramente una escena egipcia consistente en todos sus elementos.
Para terminar con los barcos, me gustaría compartir un ejemplo más de una procesión relacionada con un faraón difunto. Antes vimos una imagen similar en la tumba 100, que se piensa perteneció a un líder predinástico. La siguiente ilustración corresponde a un recinto subterráneo hallado recientemente en Egipto que guardaba una barca sagrada de tamaño real. Este recinto era parte de un complejo funerario mayor que contaba igualmente con templo. Datado hacia el 1850 a. C., sus paredes se grabaron con cientos de barcos; unos con velas, otros con remos, y algunos con ambos…
Para terminar con los barcos, me gustaría compartir un ejemplo más de una procesión relacionada con un faraón difunto. Antes vimos una imagen similar en la tumba 100, que se piensa perteneció a un líder predinástico. La siguiente ilustración corresponde a un recinto subterráneo hallado recientemente en Egipto que guardaba una barca sagrada de tamaño real. Este recinto era parte de un complejo funerario mayor que contaba igualmente con templo. Datado hacia el 1850 a. C., sus paredes se grabaron con cientos de barcos; unos con velas, otros con remos, y algunos con ambos…
De nuevo, la semejanza entre la escena de la tumba egipcia y la de la cueva española es notable. Pero, ¿y si os dijera que escenas como éstas con varios barcos en procesión son raras? Tanto que las tres que os he mostrado aquí son las únicas conocidas.
Considerar lo siguiente: las dos escenas egipcias estaban ocultas a la vista en tumbas de élite. Y recuerden que los jeroglíficos eran el dominio exclusivo de los escribas. Sin embargo, al otro lado del Mediterráneo nos encontramos con una escena mucho más antigua que los presagia al más mínimo detalle…
Pues esto era tan solo un avance. En La Atlántida Perdida en la Traducción – Parte 3ª, descubriremos más jeroglíficos de valor histórico incalculable, analizaremos una imagen francamente intrigante, y veremos algún descubrimiento arqueológico reciente que cimienta lo dicho aquí; todo lo cual vendrá a sumar una sorpresa histórica que no podéis ni empezar a imaginar…
Pues esto era tan solo un avance. En La Atlántida Perdida en la Traducción – Parte 3ª, descubriremos más jeroglíficos de valor histórico incalculable, analizaremos una imagen francamente intrigante, y veremos algún descubrimiento arqueológico reciente que cimienta lo dicho aquí; todo lo cual vendrá a sumar una sorpresa histórica que no podéis ni empezar a imaginar…