Así las cosas, ¿qué puedo contribuir yo?
¿Qué tal una traducción que deje el tema zanjado de una vez por todas? Efectivamente, Platón nos dice que el relato de la Atlántida proviene de Egipto, y que todos los nombres, excepto uno, fueron traducidos del egipcio al griego —atención, esto es sumamente importante— en base a su significado.
Es decir, que pese a todo lo manoseado que está el tema, me bastó “revertir” la traducción del nombre «Atlántida» al egipcio según su significado para encontrarla. Os asombrarían cuán pocos lo han intentado…
LA ATLÁNTIDA SEGÚN PLATÓN
Es bien sabido que Platón fue uno de los filósofos griegos* más destacados. Nació presumiblemente en Atenas hacia el año 427 a. C. en el seno de una familia acomodada, y fue discípulo de unos de los mayores sabios de su tiempo, Sócrates; seguidor de un genio matemático, Pitágoras; y mentor a su vez de otro celebrito, Aristóteles.
*Es importante entender que hasta la llegada de los filósofos griegos, el mundo natural se interpretaba desde una perspectiva mitológica, es decir, los dioses lo explicaban todo. Incluso cuando se hacían observaciones astronómicas brillantes por parte de los sumerios, o los egipcios conseguían adelantos sustanciales en la geometría y la medicina, siempre prevalecía un gran componente divino. La inestimable contribución de los filósofos griegos fue la creación de un nuevo marco de pensamiento por el cual el mundo natural pasó a entenderse también desde una perspectiva lógica. Ello no quiere decir que se desmarcaron de lo divino por completo, más bien todo lo contrario, pero pavimentaron el camino hacia el método científico. En el caso de Platón, aunque prefería la lógica (el logos), también abrazaba el valor del relato (el mito) como herramienta educativa. A veces recurría a tradiciones mitológicas existentes, y otras se inventaba su propio cuento, pero no engañaba con ello. En lo referente al relato de la Atlántida, Platón insiste repetidamente que no se lo inventa. La mayoría de los académicos arguyen que sí.
Platón solía presentar su filosofía a modo de un diálogo entre personajes reales. Cada uno exponía sus argumentos para sumar en última instancia el pensamiento de Platón.
Uno de los diálogos más celebrados del filósofo es La República. Escrita en torno al 380 a. C., en ella Platón —a través de Sócrates— plantea los ideales de una organización social y estatal perfecta. Unos veinte años más tarde, vuelve al tema intentando aportar un caso real que ejemplifique la superioridad de un estado ideal ante un conflicto bélico. Para ello, Platón recurre a un diálogo dividido en tres monólogos sucesivos que plantea como si tuviesen lugar al día siguiente de la República. Los participantes son cuatro: Por una parte Sócrates, que ahora se limita a escuchar como el maestro sabio y, por otra, Timeo, Critias, y Hermócrates, que son los que toman turno para hablar.
Timeo da nombre al primer diálogo (libro). En él empieza por especular en general sobre la creación y la naturaleza física del universo, para luego especular más concretamente sobre la creación y la naturaleza de los seres humanos. Pero primero introduce el conflicto entre Atenas y la Atlántida como el objetivo último de la conversación; relato que queda postergado al turno de Critias. Así, Critias, quien da nombre al segundo diálogo (libro), recoge donde lo deja Timeo, para presentar un caso real de estado idílico, al cual debería evolucionar el ser humano tras su creación, y devenir ser social y ciudadano. En definitiva, el estado ideal «real» es Atenas, y gracias a su eficiente organización social, triunfa en una batalla épica contra un enemigo formidable, Atlántida. El diálogo quedó interrumpido a media frase, con lo cual, El tercero, el de Hermócrates, nunca llegó a escribirse, o así se supone. |
Nota: Anteriormente a Platón hay algún caso en la literatura griega en la cual aparece la palabra «atlántida» pues significa “de Atlas”. Por ejemplo, en la mitología griega, el dios Atlas tiene siete hijas, las Pléyades, que son referenciadas como las hijas “de Atlas”. Platón usa el término junto a “isla” --Atlantis nesos--, lo que viene a significar la “isla de Atlas”.
Entonces, ¿qué es lo que nos cuenta Platón sobre la isla Atlántida?
Resumiendo muchísimo, describe una especie de tierra rodeada de agua, localizada en algún lugar del Atlántico junto a las columnas de Heracles (Hércules para los Romanos). Esta tierra le pertenece al principio al dios Poseidón, quien construye dos fosos concéntricos y navegables en torno a la parte central, para protegerla, dando lugar a la imagen típica que tenemos de la Atlántida como una isla formada por anillos. Poseidón se reserva la parte central para sí y su esposa humana Clito, y construye en ella un palacio, varios templos, puentes y más. Juntos tienen cinco pares de gemelos que acaban heredando la isla y creando una civilización avanzada, rica, y satisfecha. Pero con el paso del tiempo, a la par que se diluye el ADN divino en las nuevas generaciones, sus descendientes acaban por degenerar en una confederación codiciosa que intenta hacerse con el Mediterráneo. Este ataque lo fecha Platón unos 9.300 años antes de su tiempo. Atenas, sola ante el peligro, se enfrenta valientemente a los Atlantes en nombre de “todos aquellos que habitan dentro de las columnas”, y pone fin al tema. Por último, una serie de “terremotos e inundaciones violentas” hace que la fabulosa Atlántida acabe por hundirse en las aguas del olvido, dejando detrás unos “bancos de arena impasables e impenetrables”.
Sin entrar siquiera en el extraordinario número de detalles que ofrece Platón, algunos anacrónicos y otros exagerados, que contribuyen al atractivo de la Atlántida, podéis entender ya, aunque sea por la mitología y las fechas descomunales, por qué los académicos serios miran al cielo. Pero también es cierto, que Platón dice igualmente que Atenas fue fundada por la diosa Atenea y nadie duda de que la capital griega exista. Lo cierto es que en tiempos de antaño (y se podría decir que incluso hoy) todos presumían de ser descendientes de dioses, y recurrían a la exageración y el embellecimiento para exaltar el poder de su nación y los éxitos de sus líderes… Por no mencionar que uno es cuanto más grande en la victoria, cuanto más grandioso es el enemigo.
En cualquier caso, la descripción que se hace de la Atlántida en el Critias, junto a su introducción en el Timeo, es el enfoque exclusivo de aquellos interesados en encontrar la isla perdida. La parte de la creación del mundo según Timeo es descartada como irrelevante, lo cual os aviso ya es un grave error. Más adelante veremos por qué.
Primero, la traducción del nombre…
El CRITIAS NOS SUMINISTRA LA CLAVE FUNDAMENTAL
Critias, el personaje que le da nombre al segundo diálogo, era familiar de Platón por el lado de su madre. No está claro cuál exactamente, puesto que había tres generaciones de tíos con el mismo nombre. Da igual, lo que importa es que, al escoger un pariente, Platón nos está diciendo que recibió el relato de la Atlántida a través de su familia. Resulta que el filósofo estaba emparentado varias generaciones atrás con nada menos que Solón, uno de los Siete Sabios de Grecia y reconocido legislador que sentó las bases de la democracia ateniense. Platón nos dice que fue su antecesor Solón el que visitó Sais*, ciudad del delta en Egipto, donde sacerdotes le cuentan la historia de la Atlántida. Al ser Atenas la heroína del relato, Solón toma nota con intención de compartirla a su vuelta en uno de sus poemas. No llega a hacerlo, pero el manuscrito pasa de mano en mano hasta llegar a Platón.
*Es muy probable que Solón visitase Egipto en torno al 590 a. C., y concretamente Sais que era la capital en ese momento. De hecho, era costumbre a partir del siglo IX a. C. que los griegos educados peregrinasen en algún momento de sus vidas a Egipto. Verán, entre el 1200 a. C. y el 800 a. C., Grecia atravesó un periodo conocido como la Edad Oscura resultado de un colapso generalizado (el colapso de la Edad del Bronce) que sufrieron todas las grandes civilizaciones orientales del Mediterráneo. Grecia quizá fuese de las más afectadas, tanto que sus grandes civilizaciones minoicas y micénicas regresaron prácticamente al analfabetismo. Sólo sobrevivió Egipto convirtiéndose en el archivo histórico y del conocimiento de la región. (La sabiduría mesopotámica también sobrevivió a duras penas, pero ensombrecida por conflictos internos). Por ello, cuando Grecia recuperó la escritura en el siglo VIII a. C., tornó la mirada a Egipto para recuperar el conocimiento perdido e, incluso, su propia historia. Esto explica por qué la filosofía y la mitología griega están enraizadas en las de Egipto (aunque con claras influencias mesopotámica, también). Los hombres sabios de Grecia eran como esponjas humanas absorbiendo todo el conocimiento que podían de su entorno para luego regurgitarlo en forma ilustrada.
Pero volviendo a la Atlántida: En el diálogo, cuando Critias, siguiendo la descripción de la antigua Atenas, procede a diseccionar las maravillas del enemigo, empieza por decirnos algo crucial en cuanto a su vital importancia para comprender realmente la Atlántida:
“Solón, quien pretendía usar el relato para su poema, indagó sobre el significado de los nombres, y descubrió que los egipcios de antaño, al escribirlos, los habían traducido a su propio idioma, y recuperó el significado de varios nombres, y, al anotarlos, los tradujo a su vez a nuestro idioma.”
La clave es que Solón no se limitó a ajustar un nombre foráneo a la pronunciación griega, como por ejemplo London en inglés deviene “Londres” en español. Lo que hizo fue indagar sobre el significado del mismo y lo tradujo al griego. No sorprende por ello que no se haya encontrado mención de la Atlántida en otros registros históricos. Si os digo que anoche tuve para cenar «planta de huevo» (traducción de eggplant del inglés al español según el significado del nombre), os resultaría difícil entender que me estoy refiriendo a la berenjena.
Así pues, vamos allá. Empezaremos por revertir el nombre de la Atlántida a su significado equivalente en egipcio, y ver a partir de ahí si podemos identificar un topónimo más conocido.
DEL GRIEGO VOLVEMOS AL EGIPCIO
Atlántida significa “de Atlas”, y se llamó así porque, cuando Poseidón dividió su territorio en 10 partes para distribuirlo entre sus 10 hijos, Atlas, al ser el mayor, recibe la isla central o capital y le da su nombre. Curiosamente, esto implica que de los tres anillos que acostumbramos a asociar con la famosa isla, en realidad, solo la porción central es la Atlántida. El resto pasa a ser de los hermanos de Atlas, y sólo otra parte es mencionada por su nombre, la que recibe el hermano gemelo de Atlas, Gadeiro. Éste hereda concretamente:
“la parte extrema de la isla hacia las Columnas de Hércules, frente al territorio ahora llamado la región de Gadeira en esa parte del mundo,”
Este es un buen momento para confesar que realmente no necesitamos traducir nada para saber dónde estaba ubicada la Atlántida. Platón nos lo detalla con tal precisión que solo le faltaba darnos las coordenadas GPS. Parece mentira con lo que se la busca. Verán, al igual que ocurrió con Atlas, el territorio heredado por su hermano Gadeiro recibió su nombre, pero a diferencia de Atlas, el nombre de Gadeiro pasó a identificar también la región adyacente “en esa parte del mundo”. Gadeira es el único topónimo que no se tradujo y, efectivamente, hay una Gadeira bien documentada en esa parte del mundo. Gadeira era la versión griega de Gadir, un puesto comercial fundado supuestamente por los fenicios en el siglo XI a. C. conocido hoy como Cádiz. Capital de provincia, Cádiz es una isla en la desembocadura del rio Guadalquivir en la costa sudeste de España en el lado Atlántico del Estrecho de Gibraltar.
Sea como fuere, Tartessos ha sido contendiente principal para albergar la Atlántida desde el principio, y descubrimientos geológicos y arqueológicos recientes lo soportan:
- La costa ha sufrido terremotos y tsunamis de tamaños considerables, dando lugar a cambios importantes de la línea de costa. Por ejemplo, el lago Lacus Ligustinos (ver mapa) llegaba antaño hasta Sevilla y era navegable. Hoy en su lugar hay marismas y “bancos de arenas impasables e impenetrables”, es decir, el Parque nacional y natural de Doñana. Desafortunadamente, debido a su naturaleza de humedal, presenta desafíos considerables para la excavación arqueológica con la tecnología actual.
- La zona colindante está salpicada con algunos de los monumentos megalíticos más antiguos del mundo, algunos diseñados como círculos concéntricos y entendidos como calendarios sofisticados, denotando el carácter avanzado de sus gentes.
En la mitología griega, Atlas era un titán castigado a sujetar los cielos por intentar hacerse con el dominio del universo.
El poeta griego Hesíodo recopiló la mitología griega en un libro (hacia el 700 a. C.), y sitúa a Atlas en el fin del mundo en el extremo occidental, cerca de las columnas de Heracles en el Atlántico. De ahí el nombre del océano también. (Según una de tantas versiones, Heracles alza las columnas para ayudar a Atlas sujetar el cielo). Como la mitología griega está enraizada en la mitología Egipcia, Atlas ciertamente tiene un homólogo egipcio: el dios Shu, que también soporta los cielos… en occidente… a veces con la ayuda de columnas. |
Shu era uno de los dioses primordiales de Egipto, lo que quiere decir que era unos de los dioses iniciales de la Creación. Cada centro importante tenía una variante propia de la Creación, pero en general iba algo así: Al principio no había nada más que las agua primigenias del caos (identificadas con el Océano Atlántico) de las que surgió la colina primordial (¿la Atlántida?). En esta tierra primordial, el primer dios creador Atum (el sol), buscando el orden, tuvo una sucesión de gemelos descendientes (como Poseidón) para que le ayudaran. Shu (al igual que Atlas) era el mayor y personificaba el aire, mientras que su hermana gemela, Tefnut, personificaba la humedad/agua. Juntos tuvieron un par de gemelos: Geb, la tierra, y Nut, el cielo, que se querían tanto que vivían en una especie de abrazo perenne. (Geb y Nut, a su vez, tuvieron dos pares de gemelos: Osiris e Isis, Seth y Neftis). Pero para que pudiera haber vida en la tierra, Shu (aire) tuvo que separar a Nut (el cielo) de su hermano Geb (la tierra) elevando el cuerpo de su hija hasta formar con él la bóveda celeste. En la ilustración del papiro pueden ver a Shu con los brazos en alto sujetando el cuerpo estrellado de su hija, Nut. A sus pies, se ve tumbado a su hijo, Geb, la tierra.
Pues bien, nos enfrentamos a una pregunta incómoda: ¿Es la Atlántida simplemente una versión aderezada griega de la cosmogonía Egipcia (creación del mundo)? Antes de responder, os tengo que advertir de que las cosas se ponen aún peor. Verán, aquí es donde viene a colación la creación del mundo según Timeo que antes dije era un error descartar como irrelevante a la historia de la Atlántida. La versión de la Creación según Platón, tal como la expone en el Timeo, se parece muchísimo a una versión “lógica” de la Creación egipcia. Es como si Platón hubiese tomado el relato mítico de Shu y la hubiese dividido en dos partes: una versión lógica para el Timeo, y otra mítica equivalente con fin educativo para el Critias.
De nuevo me explico con un resumen extremadamente condensado: Según la versión lógica de Timeo, en el principio había una sustancia del caos (como las aguas del caos). Dios, que es bondad y busca el orden, a modo de demiurgo (artesano en griego), moldea la sustancia caótica en los cuatro elementos de la naturaleza: fuego (Atum), aire (Shu), agua (Tefnut), tierra (Geb) y el globo celestial (Nut). |
La buena noticia es que, pese a todo, no hay lugar para el desánimo. Resulta que las correlaciones entre la Creación de Timeo, el relato mítico de Shu y la historia de la Atlántica confirmarían que Platón no se la inventó, sino que en todo caso la recibió de verdad como parte de un paquete mayor de literaratura Egipcia.
Para entender esto, os explico una coincidencia notable porque es muy importante. Los dioses Creadores egipcios son en su mayoría divinidades solares, salvo una, que se alza como la «demiurgo» por excelencia. Se trata de una mujer, la diosa Neit, que teje la Creación. También coincide en ser la fundadora y patrona de la ciudad de Sais donde Solón oyó la historia de la Atlántida. La diosa Neit es de las divinidades más antiguas de Egipto y, como Sais era la capital del Bajo Egipto, sus símbolos (la abeja y la corona roja) fueron incorporados a la iconografía que pasó a representar el reino unificado de Egipto. Es decir, no es cualquier diosa. Pues, otra coincidencia es que su homóloga griega es nada menos que Atenea, la fundadora y patrona de Atenas, y esta conexión la destaca enfáticamente Timeo. Así, una se pregunta si la victoria de Atenas contra la Atlántida no sería asimismo una “traducción de significado” de una victoria que le corresponde realmente a Sais. Lo digo porque vuelve a coincidir que fue precisamente Egipto la que se enfrentó sola a una confederación formidable llamada los Pueblos del Mar que trajo las civilizaciones orientales del Mediterráneo a sus rodillas, dando lugar al infame Colapso de la Edad del Bronce. Egipto nos dejó una imagen icónica en uno de sus templos conocida como la Batalla del Delta, siendo el Delta donde se haya precisamente Sais. Sospecho que Solón tradujo el “significado” de más de un relato egipcio al griego.
Asimismo, es muy probable que Platón visitase Heliópolis en Egipto, que en su tiempo era a donde iban todos a educarse, como hizo Pitágoras. Heliópolis es precisamente el centro donde impera la versión de la Creación que os he contado de Atum y Shu. Mi impresión personal es que Platón se percató de las semejanzas entre el relato egipcio y el da la Atlántida, y por ello no vio sentido en conectar la “mítica” Atlántida con la muy “real” Tartessos.
Pero quizá de lo que no se percató Platón es del fondo de verdad que late en la historia de la Creación Egipcia en lo relativo al posible origen de sus antepasados “divinos” en el lejano Atlántico.
Puedo demostrarlo, así que continuemos con la traducción.
¿DE “ISLA DE ATLAS” A “ISLA DE SHU”?
En definitiva, si fue verdad que Solón obtuvo la historia de la Atlántida de sacerdotes Egipcios y adaptó el nombre a un equivalente griego, la traducción al revés más sencilla de “isla de Atlas” sería razonablemente “isla de Shu”.
Obviamente, no va a ser tan sencillo. Las traducciones nunca lo son. Por un lado, la palabra “isla” en griego conlleva alguna complicación, y luego los jeroglíficos egipcios también se los traen con convenciones especiales que hay que tener en cuenta.
El término nesos, aunque traducido generalmente como “isla”, parece tener un significado más amplio, algo más parecido a “tierra seca rodeada total o parcialmente por agua”. Consecuentemente, el término también se aplicaba a península, costa, archipiélago y más. Como os podéis imaginar, éste es uno de esos datos que se manipula convenientemente para justificar el emplazamiento de la Atlántida prácticamente en cualquier punto del planeta, incluso en medio del desierto (buscar el Ojo de Mauritania, es muy chulo).
Sin embargo, a los egipcios no les gustaba la vaguedad: Puesto que los jeroglíficos pueden tener varias funciones y significados, los escribas empleaban otros jeroglíficos como determinativos o aclaradores. Era la norma.
Naturalmente, a lo largo de los 3.000 años de historia egipcia, el nombre de Shu vino a ser representado de varios modos.
En la ilustración de la derecha, muestro el más común y revelador. Está compuesto por cuatro jeroglíficos. Empezaremos por el principal. La pluma de Shu, que se llama shu por él, y que de por sí sería suficiente para escribir su nombre. Sin embargo, para aclarar que la pluma se refiere al dios y no a sí misma, se añade el determinativo de dios (la imagen de un dios). Por tanto, mientras que en griego Atlántida es simplemente “de Atlas”, con jeroglíficos egipcios necesariamente ha de traducirse como “del (dios) Shu”. |
Uno es el rectángulo horizontal. Es un estanque o piscina que puede funcionar como tal cuando hace de logograma, pero también representa el sonido sh inglés cuando hace de fonograma, porque así es como se pronuncia estanque en egipcio. Finalmente, hay un pajarito, una cría de codorniz, que representa la semivocal w/u. El resultado, pensé inicialmente, es: Dios (determinativo que no se pronuncia necesariamente) + la pluma (Shu) + la codorniz (aclarador del sonido-u, no se pronuncia) + el estanque (aclarador del sonido-sh, no se pronuncia). Es decir, cuatro jeroglíficos, pero solo se pronuncia la pluma; los demás están para aclarar dudas.
Por suerte le hice caso a mi intuición de que algo no cuadraba con tanto aclarador. Hasta cierto punto, la redundancia de aclaradores de sonido no era de extrañar. Generalmente, solo se escribían las consonantes, con lo cual la codorniz aseguraba que la vocal correcta era pronunciada en relación con la pluma (no vayamos a ofender al dios). Lo que me pareció extraño fue el orden de los jeroglíficos. Las normas exigían que el jeroglífico identificativo del dios o la diosa, por razones de jerarquía, se antepusiera a los demás dentro del grupo que formaban el nombre. Entonces, ¿qué hacía el estanque, no más que un determinativo, delante de la pluma del dios?
Resumiendo, resulta que el jeroglífico del estanque es especial. A diferencia de los otros que son imágenes en perfil, el estanque o piscina se representa a ojo de pájaro. La norma del perfil se sacrificó para asegurar que el estanque se reconocía como tal debido a su simbolismo divino. El estanque viene a representar en última estancia las aguas del caos, donde surgió la montaña primordial, y donde fueron creados los dioses iniciales. Así, esta montaña en las aguas del caos, localizada en la frontera entre el cielo y la tierra (donde Shu los separa) vino a ser conocida como La Tierra Divina o de Dios, y con el tiempo también el más allá o el paraíso. El más allá se asoció con el oeste porque es donde se pone el sol. Al final, todo empieza, la Creación, y acaba, el Paraíso, en el mismo sitio. |
Tenemos de momento el equivalente egipcio de “de Atlas”: Shu.sh. Volvamos ahora a nesos. Ya comenté que era un término de significado impreciso, por lo cual es difícil saber exactamente qué accidente geográfico en concreto tradujo Solón.
Si nos mantenemos consistentes con el tema, sabemos que los egipcios se referían al domino de Shu —la región lindante entre le tierra y el cielo, que él separaba, donde surgió el monte primordial en las aguas del oeste— como Tierra Divina. A mí, montaña + agua, (la descripción de la isla central de la Atlántida, por cierto) me parece que casa bien con nesos. Tierra Divina se representa añadiendo una bandera, determinativo de “dios” o “divino”, al jeroglífico de tierra, una especie de óvulo aplastado que viene a ser un trocito de tierra. |
A mí me parece que vamos por buen camino, pero asegurémonos de ello.
DE EGIPCIO A FENICIO
Se piensa que el alfabeto que utilizamos hoy fue la idea genial de los fenicios (Cananeos del actual Líbano). En torno al siglo XI a. C., durante el colapso del Bronce, los cananeos se aprovecharon del vacío competitivo en el Mediterráneo y prosperaron como navegantes supremos, desarrollando una red comercial que abarcaría el mar entero, empezando con la fundación de Gadir (Gadeira) justo al otro lado. (Yo tengo otra teoría sobre todo ésto que ya os contaré en otra entrada de blog). Para controlar mejor el volumen elevado de transacciones comerciales, cogieron los jeroglíficos egipcios y los simplificaron hasta inventar el alfabeto. |
Así, mientras los egipcios se recuperaban del ataque de los Pueblos del Mar, los griegos se marchitaban en el olvido, y la región mesopotámica andaba liada con sus conflictos internos, los fenicios se aventuraron al fin del mundo para acabar acomodándose en la “Tierra Divina de Shu”. Canaán estuvo ocupada por Egipto cientos de años. Los fenicios conocían bien su mitología, y escribirían Ta.Shu.sh empleando su alfabeto nuevo y reluciente del siguiente modo:
El resultado (de derecha a izquierda) es: ta.r.sh.sh, pronunciado: Tarshish. ¡Bingo! |
Para demostrar que no me lo estoy inventando, lo que es realmente notable (y conveniente para mi) es que pese a haber supuestamente inventado el alfabeto, a los fenicios no les dio mucho por escribir y, sin embargo uno de los pocos escritos fenicios que han sobrevivido, contiene precisamente el topónimo Tarshish… Hallada en Cerdeña, la Estela de Nora ha sido datada entre los siglos IX y VIII a. C. La primera línea de arriba, enmarcada con un rectángulo blanco, contiene nuestras cuatro letras fenicias. Es aún muy debatido lo que dice el texto completo, pero parece celebrar la construcción de un templo, ya sea por razones fundacionales o militares, por alguien procedente de Tarshish. Este apelativo, que en castellano traducimos como Tarsis, aparece asimismo varias veces en el Viejo Testamento en relación con Tiro, la capital fenicia. Por ejemplo, cuando habla de los “barcos de Tarsis” que traían entre otras mercancías oro y plata al Rey Salomón. |
“Todos los reyes de la tierras rodeadas por agua —desde Chipre y Jonia, y tan lejos como Tarshish, se rinden a mis pies.”
Pero no hemos terminado aún. Nos queda vincular Tarshish con Tartessos. Para evitar hacer esta entrega más larga de lo que ya es, acordemos (lo pueden consultar Uds. mismos) que pese a mucho debate, la mayoría de los expertos coinciden en considerarlos el mismo lugar. En lo que no se ponen de acuerdo es qué término surgió primero. En archivos históricos no hay duda de que Tarshish aparece primero (la Estela de Nora), con lo cual Tartessos se podría entender como la adaptación griega de Tarshish. Después de todo, los griegos también adoptaron el alfabeto fenicio. Fue así como volvieron a las letras. Sin embargo, como era de esperar, no está el tema tan claro.
El término Tartessos contiene el sufijo “-ssos” que se empleaba antes de la Edad Oscura griega; posiblemente de origen anatolio (Turco). Esto quiere decir que Tartessos es un apelativo anterior a la fundación fenicia de Cádiz. Realmente, da igual. Hay suficiente evidencia de que los minoicos, micénicos y anatolios comerciaban con la península ibérica a la vez que lo hacían con Egipto. Así, tanto Tartessos como Tarshish pudieron venir del mismo lugar: Ta.Shu.sh. |
Aquí es donde viene a colación mi segunda evidencia cuan letrero “Bienvenidos a la Atlántida”. Se trata de una cueva localizada en el Estrecho de Gibraltar repleta de arte rupestre que yo identifico como iconografía y jeroglíficos Egipcios, pero datados cientos de años antes de que existiera Egipto.
Ahora es cuando empieza la verdadera aventura en busca de la Atlántida, y os lo cuento en la segunda parte de La Atlántida perdida en la traducción.